LA FONOTECA NACIONAL DEDICA UNA SESIÓN A LA ETNOMUSICOLOGÍA DE MIGUEL OLMOS

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Secretaría de Cultura | 18 de julio de 2025 | Comunicado

  • Se compartieron memorias sonoras sobre los pueblos indígenas del norte de México
  • Como parte del ciclo “Huellas sonoras de la etnomusicología en Mé-xico”, se exploró el legado del antropólogo, a través de grabaciones de campo, reflexiones metodológicas y ejemplos musicales que co-nectan territorio, memoria e identidad

La Fonoteca Nacional, institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, presentó una nueva edición del ciclo Huellas sonoras de la etnomusico-logía en México, con una sesión de escucha protagonizada por el antropólogo, etnomusicólogo y docente Miguel Olmos Aguilera, uno de los pioneros en el estudio de las músicas indígenas del noroeste de México y el sur de Estados Unidos.

El evento, moderado por el especialista en música indígena de México, Camilo R. Camacho Jurado, permitió al público adentrarse en el archivo sonoro que Olmos ha construido durante más de tres décadas de trabajo de campo en co-munidades yaquis, mayos, ralámuris, cucapás, kiliwas, kumiai y otros pueblos originarios cuya memoria sonora, festiva y ritual, resiste, a pesar de los proce-sos de despojo, migración y transformación cultural.

“La música indígena está más viva que nunca. Estos procesos de modernización no significan desaparición, sino reconfiguración. La música se convierte en un elemento de resistencia que las comunidades resignifican y hacen suyo”, afirmó Olmos durante la charla.

A través de una selección de grabaciones, anécdotas y comentarios críticos, el también investigador del Colegio de la Frontera Norte (COLEF) compartió pie-zas como Caballo ensillado o La golondrina, así como grabaciones de rap mix-teco y cantos kumiai que ilustran la vitalidad de las músicas indígenas en con-textos transfronterizos. “Cuando uno migra, los significados cambian. La mú-sica ya no se escucha igual. La gente lleva consigo su cultura afectiva y musical y la rearticula en los nuevos contextos”, explicó.

Olmos reflexionó sobre su vocación inicial, nacida del cruce entre la antropolo-gía y la música, en una época en que la etnomusicología aún se gestaba como disciplina formal en México. “Tuve la fortuna de ser el primer etnomusicólogo titulado por la entonces Escuela Nacional de Música. Soy producto de esos pri-meros experimentos”, comentó entre risas, al tiempo que reconocía la influen-cia de colegas como Gonzalo Camacho, Xilonen Luna y Guillermo Contreras.

El evento también abordó los desafíos metodológicos del trabajo de campo, desde la negociación comunitaria hasta las limitaciones tecnológicas. “Mis pri-meras grabaciones fueron con una grabadora Panasonic prestada. Lo impor-tante era estar ahí, entender el contexto. Porque en la música indígena, el pai-saje sonoro también comunica: los cohetes, las campanas, los perros, los mur-mullos… todo tiene sentido”, subrayó.

Uno de los momentos más emotivos fue el recuerdo de su maestro yaqui, Is-mael Castillo Rendón, recientemente fallecido. “Si no hubiera existido Ismael, yo no hubiera escrito todo lo que he escrito sobre la música de los yoremes. Él fue una figura central en mi formación”, expresó.

Por su parte, Camacho Jurado contextualizó el propósito del ciclo “Huellas so-noras de la etnomusicología en México”, que inició en 2024 con sesiones dedi-cadas a Jorge Arturo Chamorro Escalante, y a Gonzalo Camacho y Juan Gui-llermo Contreras. “Buscamos no solo recuperar las grabaciones de campo que realizaron, sino también entrevistas en radio, pódcasts, grabaciones que mu-chas veces ellos ni sabían que existían”, explicó.

El ciclo también tiene un propósito formativo y de preservación. “Se graba en video y audio y se resguarda en la Fonoteca para que las nuevas generaciones de etnomusicólogos tengan material de análisis de primera mano, que les ayude a comprender el devenir de esta rama de la ciencia en México”, añadió Camacho.

Dicho esfuerzo ha derivado en la creación de colecciones especiales dedicadas a etnomusicólogos como Chamorro –quien donó parte de sus cintas– y a Xilo-nen Luna, cuya vasta colección también se resguarda en la institución.

La sesión concluyó con la interpretación de Amacakuy, una pieza mixteca cuya circulación local da cuenta de los mercados sonoros regionales que, ajenos a las lógicas comerciales, sostienen memorias afectivas y comunitarias. “Hay re-pertorios que no tienen que ver con los Grammy ni con las radiodifusoras, pero que son intensamente significativos en sus comunidades y se venden solo en circuitos locales”, puntualizó Miguel Olmos.

A través de ejercicios de escucha, memoria y diálogo, la Fonoteca Nacional reitera su compromiso con la conservación, análisis y difusión del patrimonio sonoro indígena de México.

El ciclo continuará con la participación de Xilonen Luna Ruiz.

Para más información, se puede consultar el sitio web y las redes sociales de la Fonoteca Nacional (@Fonoteca).

AS